martes, 3 de abril de 2012

La música de un libro

Abre las alas, despeja tus dudas, agárrate a mi y cierra los ojos.
Álzate veloz y resplandeciente por el cielo que hoy se viste de gala y te muestra los mejores diamantes resplandecientes para ti.
Quiero que sonrías, quiero que te sientas firme, quiero que seas feliz y que tus ojos alcancen el infinito.
Lejos, muy lejos, como si fuéramos extranjeros en un país imaginario, como si fuéramos Dioses de una patria ya extinguida, llegar allí, a aquel lugar deseado, a aquel nido de halcón. Me da igual que todos se queden helados con tu mirada, que seas tu quien cause daño, que seas tu quien me hiere, pero sin ti yo no soy nada.
Déjame que me acerque, déjame susurrarte que sólo quiero un mañana, que solo quiero un amanecer y que sea en mi cama. Deja que todos hablen, deja que todos comenten, deja que todos insinúen, estando contigo ya nada me incumbe.
Abre la coraza y enséñame el interior, quítate el caparazón de dragón deja que palpe la piel dulce de esa inquieta chiquilla.
Ahora te dejo, duerme bien pequeña, quiero que no sufras y que te quedes bien quieta, sueña con ese mundo que tanto anhelas y recuerda que soy siempre yo quien te lleva.

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